El filósofo Michel Onfray, autor de una Contrahistoria de la filosofía y de un Tratado de Ateología, continua su empresa crítica y desmitificadora en un nuevo libro en el que desenmascara aspectos poco conocidos de la vida y la obra de Freud.
No hagamos de Freud un dios ni del psicoanálisis una religión. Tiene razón Michel Onfray al advertirnos esto. Sin embargo, su descalificación de Freud roza sospechosamente la falacia ad hominem -por mucho que él diga que se inspira en la estrategia nietzscheana de explicar una teoría por los instintos del que la construye- y descuida, como mínimo, la importancia del descubrimiento del inconsciente como nueva comprensión del humano que lo reconcilió para siempre con su lado oscuro. Cierto, esa nueva concepción de la humanidad y la cultura como fenómeno que asienta en fuerzas irracionales e inconscientes ya había sido desarrollada por Schopenhauer y Nietzsche, pero su aplicación a la práctica clínica de la patología mental fue una aportación de Freud que cambió para siempre la psiquiatría.
No hagamos de Freud un dios ni del psicoanálisis una religión. Tiene razón Michel Onfray al advertirnos esto. Sin embargo, su descalificación de Freud roza sospechosamente la falacia ad hominem -por mucho que él diga que se inspira en la estrategia nietzscheana de explicar una teoría por los instintos del que la construye- y descuida, como mínimo, la importancia del descubrimiento del inconsciente como nueva comprensión del humano que lo reconcilió para siempre con su lado oscuro. Cierto, esa nueva concepción de la humanidad y la cultura como fenómeno que asienta en fuerzas irracionales e inconscientes ya había sido desarrollada por Schopenhauer y Nietzsche, pero su aplicación a la práctica clínica de la patología mental fue una aportación de Freud que cambió para siempre la psiquiatría.
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