jueves, 20 de enero de 2011

Un inmenso CRACK en la filosofía: Inmanuel KANT, gigante. SAPERE AUDE

Apocalypse Now: Y llegamos por fin, a mitad de nuestro recorrido por el río de Heráclito hacia el Corazón de las tinieblas, a la bestia filosófica por excelencia. El monstruo al que todo filósofo deberá enfrentarse, a partir del siglo XIX, en el laberinto epistemológico de la Crítica de la Razón Pura. Suena mejor incluso en alemán: Kritik der rainen Vernunft. Aún hoy, el combate filosófico con Kant es uno de los mayores impulsos del pensamiento. Mais oui, les amis, el pensamiento tiene su propia historia secreta. Como decía Kant en su elogio de la Ilustración, "¡Sapere aude! ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón!"


4 comentarios:

  1. Eh, eh, eh... te dije que te debía un comentario... La verdad es que no tengo ni p*** idea de si este es el topic bajo el que hay que publicarlo, pero como lo que voy a decir se me ocurrió en una clase sobre Immanuel Kant, aquí lo dejo caer:

    "Todos los hombres son racionales" "Hombre" con el sentido de "humano", sin connotaciones machistas.

    Y llegó un momento en el que nuestras opiniones se dividían entre las posibilidades que plantea la pregunta "un hombre vegetal ya no tiene raciocinio, ¿se le deben aplicar los derechos humanos?" Bueno, me perdonarás los fallos de enunciación, si no fue así la cosa o he trastocado términos del palo "hombre" por "humano" y resulta que no son intercambiables. Pero bueno, a lo que vamos: esto plantea un problema gordete:

    Un bebé recién nacido (consideramos que nos encontramos en un mundo fuera de la mente de Walter Dick, que abortaba en una de sus historias hasta niños de 12 años) CARECE de racionalidad y, por tanto ¿Deberían aplicársele como a todos, los derechos humanos? Pues por lo visto, lloran y berrean, pero sí. Y aquí entra un nuevo concepto en juego:
    "persona" Esta revelación se me apareció dándome un garbeo por un libro de texto de filosofía el año pasado, en una calurosa y tediosa tarde escolar. Pues resulta que si se cambia en el enunciado de Kant, la palabra "hombres" por la palabra "personas" se obtiene un juicio a priori más políticamente correcto. Pero no sólo estamos hablando de las formas, esto de verdad soluciona problemas: Seamos claros, según el enunciado de Kant, a los recién nacidos no TENDRÍAMOS por qué aplicarles los derechos humanos ya que NO poseen la razón. ¡Pero eso sólo les exime de ser personas! ¡Y los derechos están hechos para todos los hombres, personas o no! Así pues, el concepto de hombre tendría todas las características que le da Kant, excepto la de racional; y el concepto de persona tendría las características del concepto de hombre Kantiano. No he sido nada original, el ejemplo del bebé era el que aparecía en el libro en un pie de foto, justo debajo de un mocosillo.

    Bueno, a ver si se da la ocasión y lo parlamentamos en clase.

    Kant mola.

    ¡Ciao profe! ¡Corrige los exámenes, si'l te plait!

    Juan María

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  2. Siendo un poco infiel a nuestro querido Immanuel, no puedo por menos de exclamar ¡qué belleza la de los juicios analíticos! Porque yo diría que te has metido de lleno en el fango analítico. Es decir, la discusión sobre hombre-humano-persona es apasionante, pero no deja de ser analítica. Dicho de otra forma: esa extraña cosa que pretendemos encerrar en un concepto, esa anomalía que somos los que a veces llamamos humanos y otras personas (y otras mocosos, o bestias, o canallas, o lobos, o hermanos...), no se deja atrapar facilmente en juicios analíticos. Quizás ¡oh gran Kant! porque todo nuestro ser se juega en la SÍNTESIS, en la mezcla de componentes ajenos entre sí, en la enigmática imaginación que une sensibilidad y entendimiento, en la creación de la luz del pensamiento. Kant llamaba a eso, a la imaginación tal como él la entendía la "desconocida raíz común", clave de lo sublime, de la belleza, del arte, de Mozart, de Charlie Parker. Eso es el verdadero Au-delà, la eternidad que buscaban los profetas, el devenir puro. Léete El Perseguidor, de Cortázar, pequeño relato ontológico-epistemológico sobre el tiempo, forma pura por excelencia, el secreto mejor guardado del noúmeno incognoscible. Como puedes observar, por escrito soy aún peor que en persona: giro sin elevación, digresión perversa, imaginación desbocada. Sólo sometido a la filosofía trascendental regreso un poco al lugar donde se construyen cosas con palabras. Pero hoy estoy del lado de Nietzsche, un trascendental que atraviesa una cuerda sobre el abismo. Buscaré mejores cuerdas, mejores equilibrios. Y corregiré los exámenes, ne vous en fait pas.

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  3. Bienaventurados siempre los consejos de un iluminado. ¡Kant sea contigo! Lo de hombre-persona no deja de ser, efectivamente, una triquiñuela pero, ¿qué son sino los parámetros bajo los cuales ordenamos nuestro mundo? Leído no estás tan mal. Mejor que afónico.

    ¡Recupérate!

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  4. Y otra cosa que quise decir y que no dije porque el comentario se borró inesperadamente y no recordé hasta este momento es que REALEMNTE el lenguaje juega un papel importante (y aquí me desmarco con mis conocimientos incompletos en filosofía); alguien dijo: "La filosofía es el intento de huir del engaño del lenguaje"... Pero pongo la frase en google y no me aparece el autor, así que no osaré errar de nuevo.

    PD: Estuve pensando (casualmente) el otro día y di con una pretenciosa manera de ver el noúmeno(sí, vamos, di con una de estas ideas inútiles que no sirven para nada y que además están faltas de conocimientos a priori en filosofía, es decir, cosas que es mejor que sepas antes de que te pongas a hablar y hagas el ridículo), pero ya no me acuerdo.

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